De inicio, debo mencionar que la proporción de cambiantes económicas que permanecen en juego en dichos instantes en México vuelve bastante difícil ser preciso sobre las perspectivas de nuestra economía en el corto y mediano plazos.
Con esto me refiero especialmente al efecto sobre la economía, debido a que las secuelas sobre la salud de los mexicanos, aunque reduzcan, seguirán siendo lamentables.
No cabe duda que la economía mundial se verá afectada por una carestía de petróleo, gas y ciertos granos como el trigo, cuyos costos ya permanecen al levanta.
A México lo cual más le perjudicará va a ser el efecto sobre los costos de la gasolina que importamos. Esto perjudicará de manera directa los precios del transporte y la producción, o bien, si se dictamina subsidiarlos, impactará disminuyendo los recursos gubernamentales accesibles para impulsar el incremento económico y los programas sociales.
Empero otras cambiantes negativas vienen de lejos y son losas pesadas sobre el aumento y el desarrollo. Una es la insuficiente inversión pública, menor al 15% de la inversión total en México 2021 y que en su mayoría se destina únicamente a 3 megaproyectos: 2 Bocas, el Ferrocarril Maya y el Aeropuerto de Santa Lucía, que seguirán consumiendo recursos que podrían destinarse a proyectos más productivos.
Por lo tanto, seguimos dependiendo en demasía de nuestras propias exportaciones a EU, cuyo incremento económico es un óptimo augurio para nuestro negocio exterior. La conducta de la otra variable significativa para el incremento, el consumo, es incierto. Aunque el regreso a las ocupaciones de servicios y comerciales generalmente son alentadoras, el desempleo (4% al cierre de 2021, más que previo a la contingencia sanitaria), el aumento de la pobreza gremial (40.3% poblacional al 4º trimestre de 2021), y la reducción de la clase media a lo largo de los últimos 2 años van a ser su contrapartida.
La tendencia creciente y de manera sostenida de las remesas todavía es una indemnización de la que debemos congratularnos, en especial las familias que las reciben, empero no está dependiendo de nuestra economía sino de la de nuestro vecino al norte.
Por su lado, posiblemente la variable más nefasta, despiadado y de difícil solución que pesa y seguirá pesando sobre nuestra economía es la violencia del crimen organizado. Se abate sobre la estabilidad, sobre la inversión y el desarrollo de todos nosotros mismos, en especial de quienes habitan zonas completas de la nación.
Al paso de ciertos meses tendremos la posibilidad de evaluar con más exactitud los resultados de la relación de cada una de estas cambiantes, y otras en caso de que entraran en escena novedosas y superiores políticas públicas: entre otras, una redirección del gasto y la inversión públicas, y una reforma fiscal. Por lo rápido los
pronósticos para el incremento del Producto Interno Bruto en 2022 se localizan por abajo del 2.5%.
Políticas para el desarrollo económico y social que se llevará a cabo los días 24 y 25 de agosto de este año.
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